La Mañana por Paulina

    Pandemia, Solidaridad y la Condición Humana | Columna de opinión del abogado Eryk Cisternas

    "El valor de la vida y la preocupación de los unos por los otros es nuestro desafío inmediato en tiempos de pandemia", señala el abogado y sociólogo en su columna de opinión.

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    Es en tiempo de crisis que, el ser humano muestra lo mejor o lo peor de su actuar. Y en tiempos de pandemia, esta afirmación deja de ser un lugar común simplemente. La crisis sanitaria por Covid 19, nadie la previo, no por lo menos desde el ámbito del desarrollo de políticas públicas preventivas impulsadas por el Estado.

    Los primeros reportes de la enfermedad provenientes de Wuhan, fueron tomados en nuestra opinión pública con indiferencia o con cierto asombro morboso, asumida como una realidad exótica, ajena a todos nosotros. Sin embargo, en pocas semanas la situación se transformó radicalmente: el conteo de personas infectadas por el virus y las muertes que se reporta en todo el mundo es un golpe certero a las prioridades que nuestra sociedad ha establecido.

    El colapso de los sistemas de salud y la ineficiencia del sistema de seguridad social nos permite reflexionar sobre donde el Estado debe enfatizar su acción de manera permanente. Con todo, y a pesar de las cifras, esta es una crisis de la mayor complejidad para muchas naciones y en particular para la nuestra por diversas razones. En primer término, la ausencia de sistemas de salud que actúen preventivamente, entre otros aspectos, desarrollando e invirtiendo en más ciencia. Segundo, un Estado que, a la luz de los hechos, no tiene capacidad prospectiva respecto de potenciales crisis que puedan acontecer, y aún más, sin protocolos claros o planes de contingencia que permitan mitigar en parte los efectos de estas problemáticas. Tercero: el déficit evidente en la gestión de Gobierno, con una clara expresión en regiones manifestada en la falta de liderazgo de sus autoridades.

    Sin embargo, un factor que no es posible obviar, es sin duda la propia condición humana. El actuar individual, ha sido uno de los factores críticos a la hora de implementar medidas tendientes a hacer frente a la pandemia. Personas que infectadas siguen desarrollando su vida cotidiana como si no lo estuvieran, conductas de riegos como la exposición de personas sanas a las aglomeraciones, o la vulneración de las cuarentenas decretadas por la autoridad, son expresiones de la falta de solidaridad frente a una situación cuya solución depende en gran medida de la acción colectiva.

    Durante la crisis social que vivió nuestro país en octubre de 2019, la ciudadanía se expresó a través de las diversas manifestaciones sobre el reconocimiento efectivos de mayores derechos sociales y económico, muy especialmente la participación de cada ciudadano en el banquete del desarrollo y el crecimiento económico, en un contexto en el cual, como señala Thomas Piketty en su libro “El Capital en el Siglo XXI” se ha caracterizado por la constate concentración y aumento de la riqueza en desmedro de condiciones de igualdad y participación de la población respecto de los beneficios del sistema económico. Y si bien, es notable los avances que nuestro país ha observado en las últimas décadas, no es menos cierto que los ciudadanos han experimentado cierta inconformidad, quizás algo que está en lo más profundos de los anhelos de una persona cuya vida se ha desarrollado bajo el amparo del mercado.

    Es decir, queremos más, mejor, a buen precio, y ojalá ahora, como muchos productos que están disponibles en el mercado, pero solo para algunos. Michael J. Sandel llama la atención en su obra “Lo que el Dinero no puede comprar” sobre aquellas cosas que precisamente el dinero no puede comprar, pero que no son muchas. Su llamado es atender a las relaciones entre la moral social y el mercado, y cómo cuando ciertas cosas que se vuelven objeto de intercambio mercantil se desvirtúan y corrompe, generando diverso fenómeno, entre otros la desigualdad.

    Si esto es así, en el caso chileno, la discusión de la calle debería expresarse en la necesidad de un verdadero cambio de sistema económico social, donde lo que este en juego no sea solo emparejar la cancha de las oportunidades sino el avance a una concepción distinta de la acción colectiva o individual, y de aquello que está en el corazón del sistema capitalista: la concepción sobre propiedad como un reflejo de la individualidad y de la libertad. Pero no se escucha nada sobre aquello, sino más bien sobre la mejor distribución de los bienes y participación en el sistema que tenemos, aunque reformado. Ir contra este aspecto, significa renunciar esencialmente a un elemento que constituye la promesa del capitalismo y que se encuentra internalizado en el ciudadano que ha desarrollado su vida bajo este sistema de relaciones sociales, es decir la renuncia a los deseos y anhelos propios e individuales de acceso a todo a aquello que ofrece el modelo: más y mejor.

    Sin embargo, el deseo de la individuación a través de la participación en el mercado genera una paradoja, la disociación de la vida privada y la esfera pública, la primera feliz y la segunda no, como señala Carlos Peña en su obra “Lo que el Dinero Si puede Comprar”. Esta lógica se reproduce en muchos ámbitos y momentos de la vida social. De ahí que la forma en que los ciudadanos han asumido esta crisis este también signada por dichas paradojas: usamos mascarillas para evitar el contagio, sin embargo, preferimos seguir desarrollando nuestra vida cotidiana, sin conciencia que la muerta arrecia y está a la vuelta de la esquina. No sabemos cuándo esta situación podrá ser superada, pero la humanidad ya ha enfrentado otras crisis de esta naturaleza a lo largo de su historia, pudiendo superarla a través de su capacidad de adaptación y el desarrollo de conocimientos. Sin embargo, resulta un hecho patente, que la vida social como la conocemos deberá cambiar.

    Nuestro concepto del ser humano, de sus relaciones entre pares, y las estructuras sociales, económica y culturales que se han cristalizado para dar forma a nuestra forma de vida, está igualmente en crisis. Por lo pronto, el valor de la vida y la preocupación de los unos por los otros es nuestro desafío inmediato en tiempos de pandemia.

    Eryk Cisternas, abogado y sociólogo.

    Eryk Cisternas, abogado.
    La Mañana por Paulina