La Mañana por Paulina

    La sorprendente historia de la mujer que amamantó al hijo de su mejor amiga

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    Elisa Albert y Miranda Beverly son buenas amigas. En 2005, con algunos días de diferencia, ambas tuvieron bebés. Dos niños.

    Y lo que en principio era una simetría divertida entre dos amigas para compartir la intimidad de la maternidad, se transformó en una coincidencia afortunada que salvó la vida de un bebé.

    Y la salud mental de una madre.

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    Desde su casa cerca de Nueva York, Estados Unidos, Elisa Albert le contó a BBC Mundo cómo tuvo que pedirle a su amiga que le ayudara a amamantar a su pequeño bebé, porque después de dos meses de nacido no había logrado alimentarlo de forma adecuada y estaba perdiendo mucho peso.

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    “Fue una gran amiga que me ayudó en un momento crucial”, recordó.

    Desesperada

    A mediados de enero de 2005, dos semanas después de que su amiga Beverly diera a luz, Albert tuvo a su hijo, en su casa y tras 13 horas de labores de parto.

    Sin embargo, de la ilusión de un nuevo integrante en la familia se pasó rápidamente a la angustia: su bebé no ganaba peso, a pesar de que lo alimentaban correctamente.

    “Nos dijeron que era normal que el niño perdiera algunos gramos en los primeros días. Que ya iba a volver a estar en el peso normal”, relató.

    Elisa Albert
    Miranda Beverly le ofreció amamantar al hijo de Elisa Albert para darle un alivio a su situación.

    Pero no ocurrió. Durante las primeras dos semanas, su hijo continuaba bajando de peso. Cuando comenzó a consultar a los médicos, también comenzaron las contradicciones. La confusión.

    “Un médico me dijo que tenía un problema en la forma que la boca de mi niño se acomodaba a mi pezón. Otro me dijo que mi leche no era nutritiva y otro me sugirió que un problema anatómico al amamantar causaba mi falta de suministro de leche nutritiva. No sabía a quién creerle”.

    Mientras tanto, ella continuaba sacando leche de su pecho para evitar que su hijo muriera por inanición. Su madre, que había venido de visita y que nunca había amamantado, le sugirió que tomara el mismo camino que ha tomado la maternidad moderna: leche de fórmula para bebés.

    Ese mismo consejo se lo había dado uno de los doctores que había visitado.

    “Me gusta creer que soy una revolucionaria que quería alimentar a su hijo con leche materna, de mi pecho. Le dije que no. Que no quería alimentar a mi hijo de otro modo”.

    Miranda y la oferta

    Mientras tanto su amiga Beverly continuaba amamantando con normalidad a su hijo. Un día se encontraron y fue inevitable no contarle el drama que traía cada comida de su pequeño.

    “Mi madre nos había dado pecho y muchas veces recordaba cómo en algunas comunidades de África las mujeres compartían los hijos de sus amigas para alimentarlos”, le contó a BBC Mundo la también escritora Miranda Beverly, quien fue la “amiga salvadora”.

    “Y al ver cómo el niño estaba sufriendo por hambre, me pareció que lo correcto era ofrecerle que yo podía alimentarlo. Me sobraba leche y podía hacerlo”.

    La reacción fue de cautela.

    Maternidad
    Desde 2003, la Unicef inició una campaña para que las mujeres amamantaran a sus hijos en vez de darles leche de matenidad.

    “Ya me habían ofrecido ir a un banco de leche materna que había en Nueva York, pero me pareció que no estábamos tan desesperados como para llegar a eso. Lo mismo me pasó con la oferta de Miranda y la de otra amiga. Eso me tomó por sorpresa. Dije que no casi por instinto”, recuerda Albert.

    Hay un dicho africano: “Se necesita todo un pueblo para criar a un bebé”. Las nodrizas, mujeres encargadas de amamantar a hijos de otras mujeres, fueron habituales en las sociedades alrededor del mundo hasta la primera parte del siglo XX.

    Sin embargo, la popularización de la leche maternizada o de fórmula (formula feed, en inglés) hizo que esa tradición se perdiera, sobre todo en muchos países occidentales, y que recién en 2003, con la declaración de la Unicef sobre lactancia materna, recuperara algo del terreno perdido.

    Una noche, después de varios días de mal sueño e inútiles esfuerzos para que lograra alimentarse correctamente, el niño no podía dormirse y solo lloraba y lloraba.

    “Mi esposo y yo teníamos claro que era porque estaba con mucha hambre. No había manera de calmarlo y estábamos realmente agotados”, recordó.

    El marido de Albert se acercó y le dijo con calma, pero con sentida urgencia: “Llama a Miranda”.

    La solidaridad

    “Recuerdo que la llamé y con el poco aliento que tenía le pedí que me ayudara. Su respuesta fue simple: ‘ven para acá'”, dijo.

    Por primera vez en los dos meses de maternidad, Albert sintió que estaba en paz. Tranquila. Serena. Sin estrés. Su hijo se alimentaba del pezón de su amiga como tenía que hacerlo. A los diez minutos de tomar, su bebé cayó dormido.

    A la tranquilidad del momento le siguió una cuota de gratitud indescriptible para con su amiga.

    Lactancia materna
    Las nodrizas eran mujeres que amamantaban a los hijos de otras mujeres que no podían hacerlo.

    “Me ha sorprendido mucho la reacción de algunas personas sobre lo que hice. Aunque yo tenía los pezones un poco hinchados porque no estaba acostumbrada a eso, para mí fue normal, algo que podía hacer por una amiga que estaba en dificultades”, apunta por su parte Beverly.

    Albert no se rindió, de todos modos. Consultó a otro especialista y poco después encontró una respuesta práctica a su problema: tenía que combinar leche maternizada con la lactancia hasta que su cuerpo produjera la suficiente cantidad para el bebé. Le tomó tres meses, pero finalmente pudo amamantar a su hijo.

    “Además de la ayuda de mi esposo en esta crisis, lo que más me ayudó fue ese círculo de amigas que se acercaron a darme una mano. Cuando se es madre primeriza, se pasa por muchas cosas difíciles. Es importante estar rodeada de personas que estén pendientes de ti”.

    Actualmente los hijos de Albert y Beverly tienen 6 años y ese hecho las convirtió en amigas aún más cercanas.

    “Yo estoy muy agradecida con ella por la generosidad que mostró en ese momento. Pero también por cómo se mostró con esa fortaleza, serenidad y capacidad para manejar ese momento cuando yo me estaba quebrando. Fue algo que no pienso olvidar”, concluyó Albert.

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