El poeta Raúl Zurita (Santiago, 70 años) ha ganado el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante del género en lengua española, dotado con 42.100 euros. Es el tercer chileno en obtener el galardón. El primero fue el mismo año en que nació el premio, en 1992, Gonzalo Rojas. El segundo fue Nicanor Parra, en 2001. Este martes, el anuncio del fallo fue comunicado por YouTube desde el Palacio Real de Madrid.
“La poesía necesita una cierta radicalidad y pasión, que mientras dure hará que no te conformes”, ha señalado el autor de obras como Purgatorio, Canto a su amor desaparecido, La vida nueva y Zurita, entre otros. En este último aborda el desgarro que supuso el golpe de Estado de Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Sin ese acontecimiento que marcó la historia reciente de su país y su propia biografía —él, militante comunista, fue detenido y torturado en las bodegas de un barco utilizado como centro de detención—, “no hubiera escrito una línea”.
Zurita es uno de los grandes poetas chilenos del siglo XX, junto con Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Rojas y Parra. Vestido siempre de negro, calvo y con una barba larga y deshilachada, ha logrado expresar en su propia vida su radicalidad y pasión por la poesía.
Ganador en 2000 del Premio Nacional de Literatura en Chile, Zurita hace gala de una poesía telúrica, entre lo grandioso y lo íntimo, como suele suceder con los poetas chilenos. Pasa de las referencias bíblicas y la magnificencia a los sueños íntimos. “Helo allí, helo allí, suspendido en el aire, el desierto de Atacama. Suspendido sobre el cielo de Chile diluyéndose entre auras. Convirtiendo esta vida y la otra en el mismo desierto de Atacama, áurico, perdiéndose en el aire. Hasta que finalmente no haya cielo sino desierto de Atacama y todos veamos entonces nuestras propias pampas fosforescentes, carajas, encumbrándose en el horizonte”, escribe en Purgatorio de 1979, una obra rompedora con la que saltó a los altares de la poesía chilena e iberoamericana.
En cierta ocasión intentó cegarse con ácido, quemó su cara con un fierro caliente y se masturbó frente a un cuadro en una exposición. “El arte tiene vocación de extremo”, señaló a EL PAIS en 2015. “Hay que ser capaz de tocar las zonas más oscuras. Un tipo dijo que quien no era capaz de escribir un soneto no era un poeta. El problema no es escribir un soneto, el problema es si eres capaz de matar a un hombre. Si no eres capaz de matar a un hombre no eres un artista, pero si lo haces eres un repugnante asesino. Exactamente en ese borde estás”.
El premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana reconoce el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España.
Al nuevo galardonado a pesar de su prestigio y maestría, la poesía le da la pereza: “Me da lata. Una profunda lata. Es como hacer un paquetito. La encuentro tan alejada de la experiencia. Si llegara un marciano, y la única información con que contara sobre el siglo XX fueran los libros de poesía, es probable que ese marciano llegara a la conclusión de que aquí no ha pasado absolutamente nada”. A sus 70 años, y con residencia en Santiago de Chile, sin embargo, Zurita ha reconocido que como poeta tiene “cierta paz”: “Si es que se puede estar en paz con las cosas que están pasando”.