En la jornada del jueves, miles de trabajadores argentinos se movilizaron en Buenos Aires contra la reforma laboral enviada al Congreso por el Gobierno del presidente Javier Milei, en una protesta que concluyó con amenazas de dirigentes sindicales sobre la posibilidad de un paro general en los próximos meses.
El proyecto de “modernización laboral” limita el derecho a huelga, reduce indemnizaciones y permite la jornada laboral de 12 horas, entre otros puntos considerados inaceptables por la Confederación General del Trabajo (CGT).
Aunque el proyecto explicita que los cambios serán de mutuo acuerdo, los sindicatos interpretan que la disparidad de fuerza irá en detrimento del trabajador. Por ello, los trabajadores se congregaron en la emblemática Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada.
Jorge Solá, uno de los líderes de la Confederación General del Trabajo, dijo que podrían convocar “un paro nacional en todo el país” si no se atienden las demandas de los trabajadores.
Mientras los manifestantes advertían sobre la posibilidad de una agudización de las medidas de fuerza, en el Congreso el debate legislativo acabó con un revés para el oficialismo.
Así lo reconoció, una vez finalizada la jornada, la ex ministra de Seguridad y presidenta de la comisión que analiza la reforma, Patricia Bullrich, quien anunció la suspensión del debate hasta febrero.
“Hemos escuchado a todos los actores, hablado con los distintos bloques, vamos a firmar un dictamen para dejarlo abierto y proponemos pasar el debate al 10 de febrero para poder analizar todos los pedidos que han llegado”, dijo.
La falta de acuerdo sobre algunos puntos del proyecto central de reforma laboral obligó a postergar el tratamiento de la ley, sumando un duro revés para el gobierno de Milei y para su partido La Libertad Avanza (LLA).
