La cadena de restaurantes de comida rápida McDonald’s acaba de anunciar que en Estados Unidos dejará de servir pollo tratado con antibióticos. Pero, ¿cuán importante es esto para la salud pública?
Durante décadas los científicos han advertido que con el uso generalizado de los fármacos en la producción ganadera las bacterias podrían comenzar a desarrollar mecanismos y a mutar para defenderse de estos compuestos químicos, hasta hacerse resistentes a ellos.
Al final, según los expertos, esto desembocaría en la resistencia a los antibióticos en los humanos; al menos en aquellos que consuman los productos derivados de estos animales tratados con fármacos.
Y estos no serían pocos. El Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades Infecciosas en EE.UU. calcula que los virus y bacterias resistentes a los antibióticos provocan 23.000 muertes cada año en el país, a los que se suman dos millones de enfermos.
Debido a esa resistencia, hace años que la Organización Mundial de la Salud advirtió que estamos enfrentando “el fin de la era de la medicina segura”.
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“Está claro que el uso agropecuario de antibióticos puede afectar a la salud humana”, dijo recientemente en esa línea el Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología de la Presidencia de EE.UU.
Por su parte, la industria cárnica sostiene que es seguro, porque, argumentan, muchos de ellos no se utilizan en humanos.
Sin embargo, la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) estima que el 60% de los tipos de antibióticos que se usan en animales también se suministran en tratamientos a personas.
Estrategia de negocios
Parece que la decisión de McDonald’s no viene tanto motivada por esto, sino que se trata de una estrategia comercial ante el estancamiento que sufre su negocio. Y es que los últimos resultados, publicados el mes pasado, reflejaron una caída del 15% en el beneficio, hasta US$4.750 millones.
Según informó la empresa, el objetivo es que en dos años los 14.000 restaurantes que tiene en EE.UU. (en todo el mundo posee 36.000) dejen de vender productos hechos a partir de pollos que fueron tratados con antibióticos que se utilizan para combatir enfermedades infecciosas en humanos.
Para ello presionará a los grandes productores con el fin de que cambien sus prácticas de cría de animales. Eso sí, seguirá comprando pollos a granjeros que usen “de manera responsable” el ionóforo, un antibiótico animal con la que no se trata a humanos.
Pero Mc Donald’s no es la primera empresa en tomar esa decisión en Estados Unidos.
Empresas pioneras
En febrero de 2014 Chick-fil-A, la mayor cadena de restaurantes de EE.UU. especializada en sándwiches de pollo, hizo un anuncio similar. El presidente de estrategia de producto de la compañía, David Farmer, planteó un plazo de 5 años para cumplir el objetivo.
Y hace ya más de una década, en 2004, la cadena de restaurantes Panera Bread Co. incluyó en su menú productos libres de antibióticos, algo que Chipotle Mexican Grill Inc. ya había hecho en 1999.
A partir de estos movimientos, algunos productores también han comenzado a hacer lo propio.
Tyson Foods, por ejemplo, redujo en un 84% el uso de antibióticos en la cría avícola. Como consecuencia, lanzó el año pasado una marca de pollo tratado sin estos fármacos, y también vende carne de res libre de ellos.
Asimismo, su competidor, Perdue Farms Inc., empezó a hacer lo mismo. La empresa asegura que ya ha eliminado por completo los antibióticos del 35% del pollo que vende.
Los productos de ambas compañías se pueden adquirir en grandes superficies como Wal-Mart, en las que millones de estadounidenses hacen la compra a diario.
Preocupación de los consumidores
Todo esto llega como respuesta a la preocupación generalizada en Estados Unidos por las repercusiones que esa práctica de la industria agropecuaria pudiera tener en la salud de los consumidores.
Así lo señalan varios estudios. Un sondeo de este año de la firma estadounidense Midan Marketing halló que al 60% de los compradores de alimentos les preocupa el tema. Y la conclusión no dista mucho de los resultados de una encuesta que llevó a cabo la revista Consumer Reports en 2012; el 72% de las 100 personas consultadas afirmó estar “extremadamente” preocupado o muy precupado por los antibióticos presentes en la carne.
Consciente de esta realidad, a finales de 2013 la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) solicitó a las farmacéuticas y las procesadoras de carnes que pusieran fin a la práctica de suministrar antibióticos a los animales para acelerar su crecimiento. Ya en 2010 había llamado a un “uso juicioso” de los fármacos.
“Hasta la mitad del uso de los antibióticos en los humanos y gran parte del uso de antibióticos en los animales es innecesario e inapropiado y hace que todos estemos menos seguros”, indicó por su lado el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades Infecciosas en EE.UU., en un informe hecho público ese mismo año.
Cuestión de voluntad
Sin embargo, la solicitud de la FDA fue más una recomendación. Así que, que las empresas la cumplan o no es una cuestión de voluntad.
Esto, además, fue algo deliberado. El organismo considera que su estrategia de buscar cambios voluntarios es la forma más efectiva de reducir el uso de estos fármacos en animales, ya que, según argumenta, una prohibición podría dar lugar a largas batallas judiciales.
Y como prueba de la eficiencia del método, la agencia asegura que 26 compañías se han comprometido a eliminar los antibióticos del todo para 2016.
Más allá de EE.UU., la realidad es otra. Según informa a BBC Mundo la doctora Awa Aidara-Kane, coordinadora del Departamento de Inocuidad de los Alimentos de la OMS, en la Unión Europea está prohibido utilizar antibióticos para engordar animales.
En la década de 1940 los veterinarios descubrieron que los animales que las tomaban en pequeñas dosis ganaban peso con más rapidez. Así que una década más tarde, en 1950, la FDA aprobó su uso con ese fin.
“Por su parte, Australia ha prohibido el uso de fluoroquinolonas, agentes antimicrobianos muy importantes para la medicina humana, en la cría de animales”, dice la experta. “Como resultado, la resistencia a las fluoroquinolonas en los patógenos transmitidos por los alimentos es muy bajo en ese país”.
Y es ese uso en concreto el que rechaza la OMS.
“Los antibióticos deberían usarse para curar infecciones en animales, no como promotores del crecimiento”, sentencia la doctora.