¿Es usted de los que cree que una ligera bofetada o una nalgada ayuda en la crianza de sus hijos? Si es así, quizás debería ir pensando en otra forma de castigo porque el físico parece tener los días contados.
Así lo confirmó este miércoles el máximo organismo de defensa de los derechos humanos de Europa al condenar a Francia por no haber prohibido explícitamente los castigos corporales a los niños en su legislación.
Según el Consejo de Europa, las leyes francesas “no son lo suficientemente claras, y específicas” y van en contra de la Carta Europea de los Derechos Sociales.
Pese a que prohíbe la violencia contra los niños, el país europeo reconoce el “derecho a corregir” de los padres.
Por eso, una organización no gubernamental británica demandó a Francia “por la falta de una prohibición explícita y efectiva de todo tipo de castigos corporales a los niños en la familia, las escuelas y otros lugares” y por no haber “actuado con la debida diligencia para eliminar esos castigos en la práctica”.
El dictamen emitido ahora por Europa sobre Francia, y que se espera que en mayo responda a demandas similares presentadas por la Asociación para la Protección de Todos los Niños (Approach, por sus siglas en inglés) contra Bélgica, Italia, República Checa, Eslovenia e Irlanda, no contempla multas pero podría obligar a las naciones afectadas a cambiar su legislación para evitar ser denunciadas ante el Tribunal Europeo de Derecho Humanos.
“Hay un consenso amplio a nivel europeo e internacional sobre los organismos de derechos humanos que el castigo corporal de los niños debería ser expresado y ampliamente prohibido por ley”, indica la resolución del Consejo de Europa de los Derechos Sociales.
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“Derecho a corregir”
Pese a que la sociedad francesa, que dice haber recibido castigos corporales de sus padres o haberlos puesto en práctica, se muestra en las encuestas contraria a este tipo de prohibiciones, las asociaciones de médicos y pediatras saludaron el dictamen europeo.
“Es una gran victoria y saludo el valor del Consejo de Europa. Se tiene que inscribir en el código civil. El castigo corporal no es un gesto educativo, no ayuda a la educación de los niños”, le dijo la pediatra francesa Edwige Antier a la agencia AFP.
“Todos los trabajos, los estudios de psicología y pediatría muestran que el levantar la mano tiene efectos devastadores en la autoestima, en la capacidad cognitiva”, afirmó la doctora francesa para quien habría que abolir todos los castigos corporales, incluso los tirones de orejas.
Sin embargo, según las últimas encuestas publicadas en los medios galos, un 80% de los franceses está en contra de la prohibición de esos leves castigos corporales ya que, a su juicio, minan la autoridad de los padres.
E incluso antes de conocer el dictamen europeo, la ministra de Familia francesa, Laurence Rossignol, llamó a un “debate colectivo” sobre el valor de los castigos corporales en la educación infantil, algo que, matizó, “no debe estar consagrado en una ley”.
“Para los padres abusivos tenemos el código penal. Para los que ocasionalmente recurren a los castigos temporales, tenemos que ayudarles a hacer las cosas de manera diferente y no desacreditarlos al decir que el juez se ocupará de ellos”, afirmó la ministra.
En 2013, una multa de US$560 por dar una azotaina a su hijo de 9 años reavivó el debate sobre los castigos corporales.
¿Y en América Latina?
Al igual que en Francia, en Reino Unido las encuestas han mostrado un amplio apoyo al derecho de usar castigos corporales leves contra los hijos.
En total, 27 de los 47 estados miembros del Consejo de Europa han prohíbido explícitamente los castigos corporales contra los menores que siguen siendo permitidos en los otros 20 países.
Desde que Suecia se convirtiera en el primero en hacerlo en 1979, menos de 40 países han incorporado castigos explícitos al uso de la violencia corporal de padres y educadores contra los niños, ocho de ellos de América Latina.
Venezuela, Costa Rica y Uruguay fueron los pioneros al prohibir estas prácticas en todos los ámbitos -tanto en la escuela como en el hogar- entre 2007 y 2009.
Brasil, Bolivia, Honduras y Nicaragua lo incluyeron en los últimos años en sus códigos y Argentina aprobó en 2014 una ley al respecto que entrará en vigor en 2016.
Pero, según Nadine Perraut, asesora regional de Protección de Unicef, la “situación más alarmante y dramática” se produce en el Caribe donde algunos países no sólo no prohíben la violencia corporal sino que la legitiman en escuelas o en el hogar. Ese es el caso de Guyana, Jamaica o Barbados.
Otros países como Haití o Belice, le dice Perraut a BBC Mundo, tienen prohibiciones claras para castigar físicamente a los niños en la escuela “pero no están protegidos en su propio hogar”.
Y, según las convenciones internacionales de la niñez, el hogar es donde los niños tienen que sentirse más protegidos. Por eso, alegan los defensores de los derechos de la infancia, estas prácticas legitiman el ciclo de la violencia.
“Si el niño tiene miedo en el seno de la familia, la posibilidad de que sea expuesto a violencia fuera de la familia es más alta”, sostiene la asesora de Unicef.
Además, apunta Perraut, muchas veces la violencia física va acompañada de violencia verbal y emocional, lo que, apunta, tiene un gran impacto en el desarrollo cognitivo del niño.
Para la especialista de Protección contra Violencia de la ONG Plan Internacional, Lyda Guarin, las bofetadas o nalgadas “les da un mensaje equivocado” a los niños de que la violencia es una forma adecuada de relacionamiento. Que hay patrones de obediencia que están por encima de la convivencia… que el que tiene el poder es el que decide qué es apropiado o no”.
“La autoridad es un ejercicio que no tiene que ver con la violencia. Los niños y niñas necesitan un referente seguro y la autoridad no es inadecuada. Un jefe no te pega y puede tener autoridad. ¿Por qué a los niños y niñas les hacemos cosas que no hacemos con los adultos?”, apunta Guarin, en declaraciones a BBC Mundo.
Por eso, frente a la versión de los defensores de los castigos corporales leves a los niños, las organizaciones de defensa de la infancia proponen programas alternativos para educar a los menores sin violencia.