La ONG Biotandina reveló este jueves los graves daños causados al ecosistema de niebla de Punta Lobos, ubicado al sur de Iquique, tras las actividades de una minera que, según la organización, destruyó vegetación endémica en peligro de extinción. Ante la situación, la ONG presentó un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones de Iquique, solicitando medidas urgentes para frenar la destrucción de este frágil ecosistema.
En una entrevista con Radio Paulina, Raquel Pinto, bióloga y experta en flora costera, explicó que la vegetación de niebla, que solo aparece en ciertos años tras eventos climáticos excepcionales como el fenómeno de El Niño, sufrió daños irreparables debido a la intervención de la minera.
“En noviembre de 2024 registramos la aparición de las plantas, pero en diciembre, cuando volvimos a la zona, encontramos que la minera había destruido una parte del cerro, arrasando con especies de cactus endémicos, particularmente el ulignia, que es un cactus columnar grande”, explicó Pinto.
El abogado Gabriel Muñoz, quien acompaña a Biotandina en la causa, detalló que la minera en cuestión está vinculada al holding encabezado por Javier Vergara, con concesiones en terrenos que, según los registros oficiales, pertenecen a Bienes Nacionales y por otra parte, bajo el alelo de la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), en calidad de pequeña minería.
“El sitio donde la minera operó está clasificado como protegido por la extinta Conama, pero no se ha hecho efectivo como área de protección por parte del Estado. La destrucción de las cactáceas es gravísima, ya que además de ser una especie en peligro de extinción, tienen un alto valor comercial en el mercado internacional”, agregó Muñoz.
Pinto también subrayó que los ecosistemas de niebla costeros, ubicados entre Iquique y Loa, fueron considerados como sitios protegidos en la época de la Conama, pero lamentó que hasta la fecha no se haya tomado ninguna medida efectiva para elevarlos a una categoría de protección más robusta desde la SEREMI de Medio Ambiente. Es más, se interpuso una denuncia a la Superintendencia de la cartera, la cual no ha tenido respuesta.
“El 2015, cuando el fenómeno de El Niño trajo lluvias, el cerro se cubrió de verde y todos los iquiqueños fuimos testigos de cómo este ecosistema florecía. Sin embargo, a pesar de los años de lucha por su protección, el Estado no ha tomado acciones concretas para preservarlo”, afirmó la bióloga.
La denuncia también apunta a la falta de conciencia ambiental por parte de la minera y las autoridades. Pinto aseguró que, aunque en un inicio hubo una conversación amigable con Javier Vergara, dueño de la minera, sobre la importancia de la protección del santuario natural cercano, la respuesta fue negativa. “Después de nuestra denuncia, él alegó falta de recursos y su abogada nunca nos contactó, lo que nos obligó a recurrir a la asesoría legal de Gabriel y su equipo de abogados”, comentó Pinto.
El recurso judicial
El abogado Muñoz explicó que, a través del recurso de protección, buscan obligar a la minera a rendir cuentas sobre su intervención en la zona y a tomar medidas de remediación. “El lugar donde las cactáceas están ubicadas es de Bienes Nacionales y la minera no tiene derecho a intervenir allí. Además, las especies afectadas no solo son valiosas en su entorno natural, sino que están siendo traficadas a nivel internacional por hasta 5.000 dólares cada ejemplar. Exigimos que se relocalicen las plantas afectadas y se protejan las especies”, destacó Muñoz.
El recurso presentado por Biotandina fue admitido por la Corte de Apelaciones de Iquique, que ha ordenado a la minera y a las autoridades ambientales presentar informes sobre las actividades realizadas en la zona y las medidas de protección que se tomarán. La causa sigue en trámite y se espera que las partes involucradas respondan en los próximos días.
Biotandina y sus colaboradores también han solicitado que se eleve el estatus de protección de los ecosistemas de niebla, que actualmente solo están considerados como sitios protegidos, a áreas protegidas por ley, algo que consideran crucial para evitar más destrucción de estos frágiles ecosistemas.
“No se trata de un conflicto entre minería y medio ambiente, sino de hacer una minería sustentable que no destruye nuestros recursos naturales. El objetivo es proteger estas especies y encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación del medio ambiente”, concluyó Pinto.
Afectación ambiental en el ecosistema de niebla de Punta Lobos en Tarapacá
El 19 de febrero de 2025, la ONG identificó la afectación de este ecosistema costero, localizado a 700 metros de altitud y a 100 kilómetros al sur de Iquique. La zona intervenida muestra huellas de maquinaria pesada y rajos mineros, los cuales se acercan peligrosamente a las poblaciones de cactus, ubicadas a menos de un metro de los daños. En una inspección posterior, realizada el 6 de marzo de 2025, se registraron 18 ejemplares del cactus en solo 0,63 hectáreas, lo que revela un 74% de afectación en la población de esta especie en la zona intervenida.
La Eriosyce iquiquensis es una de las muchas especies de cactáceas protegidas, por su endemismo y la amenaza del tráfico ilegal que las afecta, especialmente en el comercio internacional. Esta planta, junto a otras especies nativas, forma parte del Plan RECOGE Flora Costera del Ministerio del Medio Ambiente, que considera a este ecosistema como uno de los más relevantes en la región, especialmente por su alta biodiversidad y por ser el único hábitat de varias especies endémicas.
El ENPL, que ha sido declarado como sitio prioritario en la Estrategia Regional para la Conservación de la Biodiversidad de Tarapacá, alberga especies únicas que sólo se pueden observar en años de lluvia, fenómeno que ocurre con muy poca frecuencia. La destrucción de estos hábitats impacta severamente la biodiversidad de la región, lo que pone en riesgo la supervivencia de especies que ya están catalogadas en categorías de amenaza.
El daño ambiental también afecta al ecosistema de la región, donde se han registrado otras especies de plantas, como el género Solanum sp., y una nueva especie Atacamalium minutiflorum. Estas plantas se encuentran en áreas cercanas a los rajos mineros, que no han considerado los impactos sobre la flora antes de intervenir la zona.



