A pocos meses de las elecciones presidenciales y parlamentarias en Chile, el padrón provisorio del Servel ha revelado que los venezolanos se han transformado en la principal fuerza electoral extranjera del país.
Con 237.889 personas habilitadas para sufragar, han superado por primera vez a la comunidad peruana, históricamente la de mayor presencia electoral, que hoy suma 193.883 votantes. En tercer lugar se ubican los colombianos, con 103.239 electores.
Este aumento se explica por la masiva ola migratoria registrada previo a la pandemia de 2019. Según la legislación chilena, basta con tener cinco años de residencia regularizada —aunque sea discontinua o temporal— para ser incorporado automáticamente al padrón, sin necesidad de nacionalización.
En total, el número de extranjeros habilitados para votar asciende a 886.190 personas. Si se considera el padrón completo, que suma más de 15,7 millones de electores chilenos y extranjeros, la comunidad venezolana ya supera en peso electoral a regiones completas como Arica, Aysén y Magallanes, y a comunas como Ñuñoa, Concepción y La Serena.
Este crecimiento ha generado tensiones en el Congreso. Desde el oficialismo, se ha mostrado preocupación por el posible “voto castigo” de la comunidad venezolana, crítica del régimen de Nicolás Maduro, y se ha intentado restringir su participación. En tanto, la oposición —que en el pasado buscaba limitar la migración— hoy defiende el derecho y deber de los extranjeros a sufragar, apostando a una sintonía ideológica más cercana a sus filas.
Chile es uno de los cinco países en el mundo que permite votar a extranjeros en todo tipo de elecciones, incluyendo las presidenciales, y uno de los dos —junto a Uruguay— donde el voto es obligatorio. A diferencia de otras naciones, en Chile los migrantes son inscritos automáticamente en el padrón sin necesidad de solicitarlo.
El debate sobre este tema continúa, en medio de un proceso electoral que promete tener un electorado más diverso y decisivo que nunca.
