El miércoles el Gobierno de Estados Unidos inició un cierre parcial tras el fracaso del Congreso para aprobar un presupuesto federal, una parálisis que deja sin salario a cientos de miles de empleados públicos, suspende servicios esenciales y amenaza con un impacto económico más severo que en episodios anteriores.
El estancamiento legislativo impidió la aprobación de un paquete de financiación antes del cierre del año fiscal. La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) estima que 750.000 funcionarios enfrentan un desempleo técnico, con una pérdida de ingresos equivalente a 400 millones de dólares.
“Podemos hacer cosas durante el cierre que son irreversibles, que son malas para ellos (…) como despedir a una gran cantidad de personas”, dijo Donald Trump en la Oficina Oval.
Por su parte, los principales líderes demócratas en el Congreso, Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, acusaron en un comunicado conjunto que “Donald Trump y los republicanos cerraron los servicios del Estado porque no quieren proteger la atención médica del pueblo estadounidense”.
Los republicanos no lograron reunir los votos necesarios para aprobar una extensión presupuestaria de siete semanas. Dicha propuesta fue rechazada en el Senado por falta de apoyo demócrata.
Asimismo, la bancada demócrata vio frustrado su intento de aprobar un presupuesto alternativo. El proyecto incluía mayores fondos para sanidad, pero no alcanzó los votos requeridos en la Cámara Alta.



