“Nos deja una tremenda lección, que es que cuando la centro derecha va dividida, al final perdemos todos”, admitía el RN Diego Schalper a las 21:36, cuando el conteo online del Servel ya había dictado sentencia. Pero también insistía en que “no estamos ni un minuto arrepentidos de haber levantado esta bandera de las convicciones y si bien asumimos una derrota, asumiremos el compromiso de defender nuestras convicciones en este proceso que recién comienza”.
Schalper estuvo ayer junto a los RN Diego Paulsen Karin Luck, Tomás Fuentes, y los UDI María José Hoffmann, Javier Macaya, Guillermo Ramírez, Juan Antonio Coloma, y otros, agrupados como el Comando de Chile Vamos por el Rechazo. Ese grupo era el mismo que originalmente lideró Andrés Allamand cuando era senador, y con él en la Cancillería se habían quedado sin suy También llegó el senador RN Francisco Chahuán. Pero anoche en la oficina de Santa María, en Providencia -que se habían conseguido un par de días antes-, no había ningún presidente de partido.
La tesis de “agachar el moño” la habían acordado -y así lo habían adelantado con esas mismas palabras a La Tercera- ya antes si bordeaban el 20%, margen que estimaban era su peor escenario posible porque sinceraba que la votación del sector se había partido en dos. Tenían otra línea de discurso si el Rechazo hubiese alcanzado la frontera del 30%. Acercarse al 40% era considerado un milagro. Pero cualquiera de las dos últimas -explicaban antes- habría impulsado a algunos de ellos a enrostrarle a la fracción derechista que estaba por el Apruebo que los habían ninguneado y que no habían logrado llevarse votos de derecha. Pero eso no pasó.
“Estamos sacando lo mismo que sacó Matthei el 2013: es el voto duro de la derecha y más encima dividida”, decía Luck, para quien es “obvio que tiene responsabilidad Mario Desbordes” y advierte que “en mi distrito hay gente que quiere renunciar a RN porque se sienten traicionados”.
Hoffmann -quien aspira a liderar la UDI a fin de año- leía anoche que “no es que la izquierda se haya llevado una tajada de nuestro electorado de la derecha, si no que tiene que más que ver con nuestra incapacidad de ir juntos” , y llamó a “evitar el canibalismo en nuestro sector, poder recuperar esa sintonía con la ciudadanía, aquí habían muchas expectativas en este proceso. Tenemos que sumarnos y respetar las reglas del juego”.
Lejos de ahí, la jefa UDI (el único partido del sector que estuvo exclusivamente por la opción derrotada) Jacqueline van Rysselberghe pasó el final en su sede de Suecia, junto a algunos integrantes de la mesa y los senadores Iván Moreira y Juan Antonio Coloma. “Si nosotros representamos al 20% de Chile la verdad es que creo que es una buena representación. Hay un triunfo categórico del Apruebo, y eso nos lleva a ponernos inmediatamente a trabajar para poder elegir los mejores constituyentes”, decía.
Y que “entendemos y creemos representar a ese 20 y tanto por ciento que votó del rechazo y que cree que los cambios que se necesitan requieren también poder perfeccionar y mantener aquello que nos ha hecho grandes”.
El presidente de Evópoli, Andrés Molina, tampoco fue al comando “oficial” y prefirió quedarse en la sede de Horizontal, el centro de estudios de su partido. Francisco Undurraga, que en los últimos meses se había pasado del Apruebo al Rechazo, pasó a visitar un rato la sede del comando parlamentario pero luego volvió con los suyos. Luciano Cruz-Coke, que también estaba por el Rechazo e integró ese comando de parlamentarios, no fue visto en el lugar.
La directiva de RN capitaneada por Rafael Prohens -partido fracturado entre las dos opciones- había arrendado un hotel en Las Condes para pasar la jornada. El senador y funcionarios de la directiva habían invitado hasta allá a algunos de sus diputados, pero según versiones algunos la rechazaron y otros no contestaron, a causa de la lucha interna por el control del colectivo.
Otros grupos del Rechazo tampoco estuvieron en el comando. José Antonio Kast y su partido Republicano se apostaron en una casa en Vitacura. El de Gonzalo de la Carrera y el de Gerardo Jofré habían adelantado días antes que lo pasarían en sus casas.