El impacto de la pandemia no sólo se hizo sentir en las zonas más pobladas de la región, también se manifestó en el borde costero sur Iquique. Bien lo sabe Yanka Piérola, emprendedora y vecina de caleta Caramucho.
Desde 2020, Yanka forma parte de un grupo de costureras que conforman la Red Textil de Mujeres del Borde Costero, proyecto que hace unos meses se consolidó como cooperativa. Desde el inicio de la pandemia estas mujeres se reinventaron y comenzaron a hacer mascarillas y productos de tela reutilizables como una forma de ayudar a la comunidad, pero también para aprender nuevas habilidades, más allá del mar.
Ya ha pasado más de un año de aquella iniciativa y Piérola dio vida a un emprendimiento propio, un vivero “El Jardín de la Abuela”, proyecto basado en la producción y comercialización de flores, plantas de interior y hortalizas que hoy ocupa gran parte de su tiempo.
“Comenzamos hace 6 meses y nuestra mayor clientela son los vecinos de Caramucho y otras localidades del borde costero”, dice Yanka, quien además ha llegado a ofrecer productos a la ciudad de Iquique a través de un sistema de despachos.
El nombre de este emprendimiento proviene del amor y cuidado por las plantas heredado por su abuela y que se mantuvo presente en un sueño para ella y su familia. En este vivero se cultivan plantas decorativas como también orquídeas y jacintos. Asimismo, un sistema hidropónico que permite el cultivo de vegetales como lechuga, apio, perejil y cilantro, que abastece de productos orgánicos, saludables y frescos a sus vecinos de la caleta.
Yanka es socia del sindicato 1 de Caramucho y una de las beneficiarias del Programa de Desarrollo Productivo, iniciativa de trabajo conjunto entre 11 sindicatos del borde costero sur de Iquique y Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi. El programa busca avanzar en la creación y consolidación de emprendimientos que permitan dinamizar la economía local y generar nuevas oportunidades para 466 socios y sus familias.
María Caqueo es supervisora de Relacionamiento del Entorno de Collahuasi y explica que esta idea surgió antes de la llegada del Covid-19 “como una iniciativa que busca contribuir a la autonomía y autogestión de las comunidades, a través de la instalación de capacidades para generar emprendimientos sostenibles, ideados y manejados por los propios habitantes”.
Hasta ahora, se han aprobado 78 proyectos correspondientes a 445 socios de los sindicatos en rubros de todo tipo: desde el fortalecimiento pesquero hasta mecánica automotriz, pasando por alimentos, hospedaje, turismo y construcción.
Yanka Piérola cuenta que “este vivero me ha servido para aportar económicamente en la educación de mi hija y ayudar a mi marido. Nació del amor a las plantas y hoy es un sueño hecho realidad gracias a Collahuasi, que me dio el empujoncito”.
Agrega que la experiencia ha sido realmente gratificante, al punto que ya está pensando en cómo ampliar el negocio. Y no sólo con más variedades de plantas, que es lo que más quieren sus clientes, sino que darle la oportunidad a la gente de Caramucho para poder trabajar en un jardín que partió siendo un sueño familiar, pero que ahora es una oportunidad para la comunidad entera.