Al cumplirse dos meses del inicio del estallido social, Sebastióan Piñera publicó una columna en el New York Times bajo el título “Una nueva oportunidad para el futuro de Chile”, en donde reitera el libreto de sus argumentos respecto a la crisis política y social que azota a Chile.
En el artículo, el gobernante señala que “en las últimas semanas hemos experimentado un enorme e inesperado estallido de violencia, incendios, disturbios, destrucción y delincuencia, que ha causado un grave daño al cuerpo y alma de Chile”.
Luego, justifica el accionar de su administración, señalando que “durante estos tiempos difíciles y violentos, mientras ejercimos nuestro deber de restaurar el orden público y la seguridad ciudadana, nuestro gobierno tomó todas las medidas y precauciones necesarias para garantizar el máximo respeto de los derechos humanos de todos”.
En este contexto, aseguró que “aplicamos las normas más estrictas para regular el uso de la fuerza por parte de las policías, adoptamos una política de plena transparencia en toda la información de los derechos humanos y reforzamos el sistema de defensores públicos. Concedimos a nuestro Instituto Nacional de Derechos Humanos pleno acceso a todas las instalaciones policiales y hospitalarias para realizar su tarea de protección de los derechos humanos en forma autónoma. Dimos la bienvenida a la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y a Human Rights Watch para que observaran de primera mano la situación del país”.
Como ha sido la tónica, Piñera evita hablar de violaciones a los derechos humanos, y solo plantea que “hay evidencias que dan cuenta de abusos y uso excesivo de la fuerza. Todos estos casos están siendo investigados por la fiscalía y serán juzgados por los tribunales de justicia, como corresponde en una democracia y un Estado de Derecho”.
“En estos tiempos difíciles, nuestro mejor aliado ha sido nuestra democracia, nuestras instituciones y nuestro Estado de derecho, que permanecieron intactos y desempeñaron un papel esencial durante la emergencia”, añadió.
A diferencia de lo que hizo en los primeros días del estallido, cuando se concentró en criminalizar la manifestación ciudadana, Piñera ahora habló “del mayor movimiento social de nuestra historia reciente” y aseguró que esta “se convirtió en una gran oportunidad para construir un nuevo futuro para Chile”.
De acuerdo al Presidente, esta “es la expresión legítima de una democracia viva y vital, que nos dio la oportunidad de conectarnos mejor con nuestros ciudadanos y liderar una transición hacia una sociedad más justa y con mayor igualdad de oportunidades, donde el progreso y el desarrollo sean más inclusivos y sostenibles.
“Ahora necesitamos una nueva transición, inspirada por una nueva visión, escuchando a nuestros ciudadanos y encontrando juntos las soluciones a corto y largo plazo que cimentarán el camino hacia una sociedad más libre, justa y próspera. Para lograr este objetivo, debemos actuar con un fuerte sentido de unidad, urgencia y responsabilidad”, precisó.
Defendió, como ha sido su libreto, su “poderosa” Agenda Social y aseguró que el Gobierno ha impulsado el proceso para contar con una nueva Constitución.
“Además de recuperar el orden público y la paz social, y ejecutar poderosas políticas sociales para derrotar la pobreza, reducir las desigualdades excesivas y crear una mayor igualdad de oportunidades, necesitamos forjar en Chile un nuevo pacto social. Por eso hemos acordado una hoja de ruta que nos permitirá, por primera vez en plena democracia y con participación ciudadana efectiva, acordar una Constitución que nos brinde un marco de unidad, legitimidad y estabilidad, con el que podamos enfrentar los grandes retos y oportunidades del futuro. Después de todo, una casa dividida no puede prevalecer”, indicó.